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martes, 15 de abril de 2025

La moneda nacional y los lingotes de oro.



Las reservas en oro, son respaldo nominal a las  reservas monetarias, ahora ello no  constituye el contravalor necesario que sostiene a la moneda. En la totalidad de un espacio de valor, es decir, de la economía nacional que desarrolla, la producción y circulación de valores producidos por las fuerzas productivas del trabajo. En ese contexto el dinero se inscribe, en su función de equivalente general y en ese marco, él, encarna el valor producido  en un determinado, periodo historico. Como el dinero no tiene valor intrínseco, él representa la totalidad del valor producido, de allí que cuando las autoridades de un país, refieren al crecimiento económico con índices positivos y altos, es lógico deducir que la moneda tiene respaldo real. Y si el resto de las condiciones se mantienen equilibradas la moneda nacional se posicionan con fuerza en el mercado internacional.


 El poder económico de la moneda se origina en la capacidad de las fuerzas productivas del trabajo para generar el contravalor. Este contravalor, traducido en capital acumulado, se manifiesta en la realidad económica a través de inversiones en capital constante, capital fijo, valores de uso y, por supuesto, en la calidad de vida necesaria para sostener al capital variable. En otras palabras, una fuerza productiva del trabajo que vive dignamente. 


En ese contexto, los lingotes de oro, activos en las reservas internacionales, tienen la función contable de respaldar al signo monetario, pero no sustituyen la potencia orgánica de su respaldo: la producción del contravalor. Sin esta determinación material, la moneda nacional pierde estabilidad y podría llegar a los extremos de ser desplazada como encarnación de valor. En la jerga económica, esto se explica como la desmonetización: un fenómeno monetario en el que el signo monetario sigue simbolizado en el papel, pero ha dejado de portar el valor producido. Esta nueva realidad económica se traduce en tensiones crecientes entre comprador y vendedor.


El bolívar, al igual que todas las monedas del sistema fiduciario, se legitima a través del pago de tributos y se respalda en la producción de riqueza. El Estado puede legitimar la moneda mediante el pago de impuestos e incluso obligar su uso preferencial. Sin embargo, sin la producción del contravalor, la moneda pierde su valor.


En el proceso de circulación, el régimen de valorización de lo producido se impone sobre los decretos: el productor, el comerciante y el trabajador encarnan el capital, la renta y el salario en los valores representativos del mercado, como el oro, la moneda internacional y los activos financieros. En este marco, prevalece un saber mercantil entre oferentes y demandantes, donde nadie está dispuesto a perder el fruto de su trabajo aceptando un signo monetario desvalorizado. En este contexto, abrir una tronera en la tierra de Guayana con la esperanza de que los lingotes de oro proporcionen el contravalor necesario para sostener al bolívar es una ilusión, una añoranza del antiguo patrón oro; sin producción de contravalor no hay moneda que se sostenga.


No podemos perder de vista las aplicaciones contables y de valor que desempeña el oro en el Banco Central de Venezuela, bajo la figura jurídica y económica de las 'reservas internacionales'. Las toneladas de oro no llegan en carreta resolviendo el problema automáticamente; el oro, producido en lingotes, se incorpora como referente del 'equivalente general' tras ser certificado por el mercado internacional del oro.


Desde una perspectiva contable, las toneladas de oro refuerzan los activos y, en consecuencia, el valor simbólico del signo monetario en el mercado financiero. Entre sus funciones contables positivas se incluyen: el incremento del valor nominal de las reservas internacionales, su uso como medio de pago internacional, su aplicación en solicitudes de préstamos externos, y, en general, su rol como amortiguador que respalda la emisión de dinero inorgánico. Este respaldo aumenta la confianza en la compra de títulos valores del gobierno y puede enviar señales de estabilidad a los mercados internacionales.


Sin embargo, esta revalorización contable en el marco de las reservas internacionales y del Banco Central de Venezuela no sustituye los efectos del contravalor producido ni el impacto del valor agregado sobre la moneda. Mucho menos aborda las tensiones económicas como los bloqueos en la valorización de lo invertido o las crisis en la realización de las mercancías. Aunque Venezuela posee la mayor reserva de oro, petróleo y otros minerales, esto no tiene un reflejo inmediato en el valor del signo monetario. Como mencioné anteriormente, 'sin producción de contravalor no hay moneda que se sostenga'.


LAR.

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