Cuando se llega al extremo de sobrevivir con un ingreso que no alcanza ni para sostener el cuerpo, es porque la sociedad llegó al umbral del precipicio. En la borrasca, una lágrima extendida saluda a los trabajadores huéspedes en la cárcel. Su participación en el ingreso nacional es opuesta a ganancias dolarizadas, a pesar y de que sobre la plusvalía se sostiene el alza del dólar.
Con la devaluación, aumenta el
ingreso real de los propietarios, mientras disminuye el ingreso real de los
trabajadores. En la vida cotidiana, el ciclón del dinero entre opulentos y la
clase media roja es el opuesto al de una vida social empobrecida. El chavismo
pobre, el que gana en bolívares se quedó con la rodilla en tierra y el chavismo
rico, el que dilapida en dólares, se alzó en las cumbres de Chevron,
Conindustria, Fedeagro, Fedecamaras.
¡Ay vale!
Los salarios tienen una clara
tendencia a aproximarse a cero, se trabajará más y obtendremos menos. El
consumo tiende a ser debilitado y su impacto en el mercado se hace cada vez más
evidente. La demanda efectiva es constante o va en caída un consumo cada vez
más débil. La mercancía a precios dólarizados es el polo opuesto al
alimento no llevado a la boca del pobre.
El problema económico lo resolvió
la devaluación, el problema político lo resolvió un pacto sobre la alfombra
roja. Y mientras tanto, el mercado interno no consume, el modelo económico
neoliberal lo exporta ¿Y Conindustria? ¡APLAUDIENDO!
¡Ay, vale!
Con la tendencia del tipo de
cambio, se dolarizó hasta el alma llanera. Los ingresos salariales se hicieron
cenizas y el eslabón más débil de la sociedad es llevado al agujero rojo;
los rostros son de hambre y las ropas de mendigo. El camino al Darien se
transfiguró en fuga de una fuerza productiva del trabajo, cada vez más
explotada, cada vez más subvaluada.
Con un bolívar cada vez más devaluado,
la precarización social es el rostro cristiano de los trabajadores; calamidad,
dicen las madres venezolanas en Yaritagua, Cabudare, Tejerias. El sol es un
puñal sobre su espalda y el ardor en el estómago, es hijo del hambre. La
dialéctica da vuelta en las ruedas de los casinos y la clase trabajadora
combina el sudor de su frente con salarios de indigencia, como cuando el
capitalismo mercantil primitivo se instaló en Tejerias hace trecientos años. Si
la clase obrera fue subsumida al poder del capital es porque la burguesía
manda.
¡Ay, vale!
La tristeza es el retrato del
país que sufre, mientras una pila de bellacos se ufana de su
arrogancia. Las palabras del hijo del Contralor General, ilustran el cómo
vivir entre gustos oceánicos es un derecho consagrado a los hombres del poder,
"vivimos en la opulencia, por cuanto tenemos el poder".
¡Ay vale!
Señores no hay nada que espiar
sobre el expediente, el infierno social es a viva voz. El ¡Ay! es la palabra
más repetida del diario vivir y justificar la opulencia en nombre del
socialismo, resulta un gesto infame; no son errores de un particular, es la
cultura de vida de una clase política que se enriqueció a la sombra del poder.
La opulencia dolarizada sobre la pobreza extrema es profanación a los idearios republicanos;
por el camino que vamos, las madres pobres estarán cubriendo el parto con
el sudario del lamento y sus lágrimas puestas al cielo.
¡Ay vale!
Paradoja de la historia; el plan
de ajustes económicos y financieros de 1989 ha regresado, CAP está muerto pero
el plan volvió, revitalización sin pena ni gloria. El viejo Estado ahora es
entretejido con la memoria histórica de los caídos y el color rojo justifica la
esclavitud de los trabajadores. El agujero social es una pesadilla y la
peregrinación va con el espinazo doblado de Curimagua.
Sin invasión imperialista, ni
golpes tocuyanos, sin lanchas Nueva Esparta llegando por el Mar Caribe, los
dueños del valle se están reinstalando en el poder. El aumento del dólar
es consenso entre oligarquías, y como fin de película el empresario salió
gustoso a defender al gobierno y su plan neoliberal: "Devaluar el bolívar,
- aumento de gasolina, -entrega de las riquezas -liberar precios y - contener
los salarios". Conindustria defendíó la devaluación; en poco tiempo le
serán otorgadas las respectivas carteras en economía, el BCV y la tesorería. La
rueda de la historia seguirá y el dólar reinará sobre el socialismo de unos
farsantes.
¡Ay vale!
Luís A Ramírez.