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miércoles, 14 de diciembre de 2022

¡AY, VALE!

 




           Cuando se llega al extremo de sobrevivir con un ingreso que no alcanza ni para sostener el cuerpo, es porque la sociedad llegó al umbral del precipicio. En la borrasca, una lágrima extendida saluda a los trabajadores huéspedes en la cárcel. Su participación en el ingreso nacional es opuesta a ganancias dolarizadas, a pesar y de que sobre la plusvalía se sostiene el alza del dólar.

Con la devaluación, aumenta el ingreso real de los propietarios, mientras disminuye el ingreso real de los trabajadores. En la vida cotidiana, el ciclón del dinero entre opulentos y la clase media roja es el opuesto al de una vida social empobrecida. El chavismo pobre, el que gana en bolívares se quedó con la rodilla en tierra y el chavismo rico, el que dilapida en dólares, se alzó en las cumbres de Chevron, Conindustria, Fedeagro, Fedecamaras.

 

¡Ay vale!

Los salarios tienen una clara tendencia a aproximarse a cero, se trabajará más y obtendremos menos. El consumo tiende a ser debilitado y su impacto en el mercado se hace cada vez más evidente. La demanda efectiva es constante o va en caída un consumo cada vez más débil.  La mercancía a precios dólarizados es el polo opuesto al alimento no llevado a la boca del pobre.

El problema económico lo resolvió la devaluación, el problema político lo resolvió un pacto sobre la alfombra roja. Y mientras tanto, el mercado interno no consume, el modelo económico neoliberal lo exporta ¿Y  Conindustria? ¡APLAUDIENDO!





 

¡Ay, vale!

 

Con la tendencia del tipo de cambio, se dolarizó hasta el alma llanera. Los ingresos salariales se hicieron cenizas y el eslabón más débil de la sociedad es llevado al agujero rojo; los rostros son de hambre y las ropas de mendigo. El camino al Darien se transfiguró en fuga de una fuerza productiva del trabajo, cada vez más explotada, cada vez más subvaluada.

Con un bolívar cada vez más devaluado, la precarización social es el rostro cristiano de los trabajadores; calamidad, dicen las madres venezolanas en Yaritagua, Cabudare, Tejerias. El sol es un puñal sobre su espalda y el ardor en el estómago, es hijo del hambre. La dialéctica da vuelta en las ruedas de los casinos y la clase trabajadora combina el sudor de su frente con salarios de indigencia, como cuando el capitalismo mercantil primitivo se instaló en Tejerias hace trecientos años. Si la clase obrera fue subsumida al poder del capital es porque la burguesía manda.

 

¡Ay,  vale!

 

La tristeza es el retrato del país que sufre, mientras una pila de bellacos  se ufana de su arrogancia.  Las palabras del hijo del Contralor General, ilustran el cómo vivir entre gustos oceánicos es un derecho consagrado a los hombres del poder, "vivimos en la opulencia, por cuanto tenemos el poder".

 

¡Ay vale!

 

Señores no hay nada que espiar sobre el expediente, el infierno social es a viva voz. El ¡Ay! es la palabra más repetida del diario vivir y justificar la opulencia en nombre del socialismo, resulta un gesto infame; no son errores de un particular, es la cultura de vida de una clase política que se enriqueció a la sombra del poder. La opulencia dolarizada sobre la pobreza extrema es profanación a los idearios republicanos; por el camino que vamos, las madres pobres estarán cubriendo el parto con el sudario del lamento y sus lágrimas puestas al cielo.

 

¡Ay vale!

 

Paradoja de la historia; el plan de ajustes económicos y financieros de 1989 ha regresado, CAP está muerto pero el plan volvió, revitalización sin pena ni gloria. El viejo Estado ahora es entretejido con la memoria histórica de los caídos y el color rojo justifica la esclavitud de los trabajadores. El agujero social es una pesadilla y la peregrinación va con el espinazo doblado de Curimagua.

 

Sin invasión imperialista, ni golpes tocuyanos, sin lanchas Nueva Esparta llegando por el Mar Caribe, los dueños del valle se están reinstalando en el poder.  El aumento del dólar es consenso entre oligarquías, y como fin de película el empresario salió gustoso a defender al gobierno y su plan neoliberal: "Devaluar el bolívar, - aumento de gasolina, -entrega de las riquezas -liberar precios y - contener los salarios". Conindustria defendíó la devaluación; en poco tiempo le serán otorgadas las respectivas carteras en economía, el BCV y la tesorería. La rueda de la historia seguirá y el dólar reinará sobre el socialismo de unos farsantes.

 

¡Ay vale! 

 

Luís A Ramírez.